Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Vea quien quisiere
rosas y jazmines,
que, si yo te viere,
veré mil jardines;
flor de serafines,
Jesús Nazareno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.
No quiero contento,
mi Jesús ausente,
pues todo es tormento
a quien esto siente;
sólo me ausente
tu amor y deseo,
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Gloria, gloria al Padre,
gloria, gloria al Hijo,
gloria para siempre
igual al Espíritu.
Gloria de la tierra
suba hasta los cielos.
Véante mis ojos,
muérame yo luego. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Jesús tomó consigo a sus discípulos y subió a lo alto de la montaña, y se transfiguró delante de ellos.
Salmo 112
ALABADO SEA EL NOMBRE DE DIOS
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52).
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Ant. Jesús tomó consigo a sus discípulos y subió a lo alto de la montaña, y se transfiguró delante de ellos.
Ant. 2. Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15).
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Ant. Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.
Ant. 3. Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
El cántico siguiente se dice con Aleluya, tal como está aquí, solamente cuando el Oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir Aleluya solo al principio y al final de cada estrofa.
Cántico Cf. Ap 19, 1-7
LAS BODAS DEL CORDERO
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R. Aleluya.)
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya.)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya.)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero.
(R. Aleluya.)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Ant. Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
LECTURA BREVE Flp 3, 20-21
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo.
RESPONSORIO BREVE
V. Apareciste glorioso en presencia del Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Él te ha vestido de majestad.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Apareciste glorioso en presencia del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cristo Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, sostiene el universo con su palabra poderosa y, habiendo realizado la purificación de los pecados, en una montaña alta ha manifestado hoy su gloria.
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, sostiene el universo con su palabra poderosa y, habiendo realizado la purificación de los pecados, en una montaña alta ha manifestado hoy su gloria.
PRECES
Dirijámonos confiados a nuestro Salvador, maravillosamente transfigurado en la montaña, delante de sus discípulos, y digámosle:
¡Dios nuestro, alumbra nuestras tinieblas!
A ti, Cristo, que, transfigurado, revelaste la resurrección a tus discípulos antes de la pasión, te rogamos por tu Iglesia santa, que sufre y trabaja en el mundo,
— para que, en la tribulación, siempre se transfigure con el gozo de tu victoria.
A ti, Cristo, que tomaste a Pedro, a Santiago y a Juan, y te los llevaste aparte a una montaña alta, te pedimos por el papa N. y los obispos,
— para que sirvan a tu pueblo en la esperanza de la resurrección.
A ti, Cristo, que en la montaña irradiaste el esplendor de tu rostro sobre Moisés y Elías, te pedimos por los judíos, el pueblo antaño por ti elegido,
— a fin de que consigan llegar a la plenitud de la redención.
A ti, Cristo, que iluminaste la tierra cuando la gloria del Creador amaneció sobre ti, te pedimos por los hombres de buena voluntad,
— a fin de que caminen al resplandor de tu luz.
A ti, Cristo, que transformarás nuestro cuerpo humilde según el modelo de tu cuerpo glorioso, te pedimos por nuestros hermanos difuntos,
— para que entren en tu gloria.
Llenos de esperanza, oremos al Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Oh Dios, que en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el Predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.