Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

El mundo brilla de alegri?a.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espi?ritu Santo.

Esta es la hora
en que rompe el Espi?ritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entran?as del mundo.

Esta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazo?n del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Sen?or vuelva.

SALMODIA

Ant. 1. El Espíritu del Señor llena la tierra. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7

Oráculo del Señor a mi Señor:
"siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies".
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
 
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora".
 
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec".
 
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Ant. El Espíritu del Señor llena la tierra. Aleluya

Ant. 2. Confirma, oh Dios, lo que has realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya

Salmo 113

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
 
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
 
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
 
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Ant. Confirma, oh Dios, lo que has realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya

Ant. 3. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar. Aleluya.

El cántico siguiente se dice con Aleluya, tal como está aquí, solamente cuando el Oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R. Aleluya.)
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
 
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya.)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
 
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya.)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
 
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero.
(R. Aleluya.)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Ant. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar. Aleluya.

LECTURA BREVE Ef 4, 3-6

Esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios Padre de todo, que lo transciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

RESPONSORIO BREVE

V. El Espíritu del Señor llena la tierra. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu del Señor llena la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Y, como da consistencia a todo, no ignora ningún sonido.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu del Señor llena la tierra. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya.

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya.

PRECES

Oremos a Dios Padre, que, por medio de Cristo, ha congregado a la Iglesia, y digamos suplicantes:
 
Envía, Señor, a la Iglesia tu Espíritu Santo.
 
Tú que quieres que todos los hombres que nos llamamos cristianos, unidos por un solo bautismo en el mismo Espíritu, formemos una única Iglesia, 
— haz que cuantos creen en ti sean un solo corazón y una sola alma.
 
Tú que con tu Espíritu llenaste la tierra, 
— haz que los hombres construyan un mundo nuevo de justicia y de paz.
 
Señor, Padre de todos los hombres, que quieres reunir en la confesión de la única fe a tus hijos dispersos, 
— ilumina a todos los hombres con la gracia del Espíritu Santo.
 
Tú que por tu Espíritu lo renuevas todo, 
— concede la salud a los enfermos, el consuelo a los que viven tristes y la salvación a todos los hombres.
 
Tú que por tu Espíritu resucitaste a tu Hijo de entre los muertos, 
— infunde nueva vida a los cuerpos de los que han muerto.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por Jesucristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Podéis ir en paz. Aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya.