Laudes

SALMODIA

Ant. 1. Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Aleluya.

Salmo 79
VEN, SEÑOR, A VISITAR TU VIÑA
Ven, Señor Jesús (Ap 22,20). 

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
 
Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
 
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
 
Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
 
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
 
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;
 
Su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
 
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
 
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
 
La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
 
Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Ant. Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Aleluya.

Ant. 2. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

Cántico Is 12,1-6
ACCIÓN DE GRACIAS DE LOS REDIMIDOS
El que tenga sed que venga a mí y que beba (Jn 7, 37).

Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
 
Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
 
Aquel día diréis:
"Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
 
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel".

Ant. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

Ant. 3. El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

Salmo 80
SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Mirad que no tenga nadie un corazón malo e incrédulo (Heb 3,12).

Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
 
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.
 
Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida por José
al salir de Egipto.
 
Oigo un lenguaje desconocido:
"retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
 
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
 
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases Israel!
 
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca que te la llene".
 
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
 
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
 
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.

Ant. El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

LECTURA BREVE Ef 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El muro de la ciudad tenía doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero: y su lámpara es el Cordero. Aleluya.

BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El muro de la ciudad tenía doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero: y su lámpara es el Cordero. Aleluya.

PRECES

Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:

El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
 
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de tu cuerpo y de tu sangre,
— en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
 
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa de tu palabra,
— por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
 
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia,
— por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
 
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo y la penitencia,
— por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.

Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Dios, que has encomendado el cuidado de tu Iglesia al papa san Pablo sexto, apóstol valiente del Evangelio de tu Hijo, haz que, iluminados por sus enseñanzas, podamos cooperar contigo para difundir en el mundo la civilización del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.